El
8 de marzo de 2014 un Boeing 777 de Malaysia Airlines partió de
Kuala Lumpur con destino a Pekín, historia que forma parte ya del
acervo conspiranoide mundial -revitalizado estos días por Stephen
Curry y sus dudas sobre la llegada del hombre a la luna- al resultar
absolutamente increíble que varios años después se siga como el
día que desapareció la aeronave. Seguro que conocen la increíble
secuencia de los hechos: avión que sale, se pierde el contacto y
desaparece. No se sabe qué paso, no se han encontrado restos, no se
tiene constancia de nada. Desvanecido. Como si se lo hubiera tragado
la tierra.
Una
de las diversas líneas de investigación puso su foco desde el
primer instante en el terrorismo, ya que tal y como afirmó el Jefe
de la Aviación Civil de Malasia, señor Azharuddin Abdul Rahman, se
descubrió que dos pasajeros accedieron al avión con pasaporte
falso, lo cual puede ser indicativo de las aviesas intenciones de los
polizones. Cuestionado por la prensa por el aspecto de los farsantes,
el Jefe Abdul Rahman se reclinó en su asiento y dijo
“¿Conocen
ustedes a Balotelli, verdad? Pues a Balotelli se parece uno”
Por
un instante imagínese la situación. Dentro de la solemnidad
espantosa que supone hablar de un posible caso de terrorismo con mas
de 200 muertos y con el miedo de un posible repunte en una cuestión
tan controvertida como los accidentes aéreos, va este señor y no se
le ocurre otra cosa que hacer un paralelismo futbolero. De una
tensión brutal se pasó en un segundo a la mas sonora de las
carcajadas comunales. Si sabemos quien es Balotelli dice el nota...
El
fútbol está en todos lados. Está en la conversación que tuviste
esta mañana con el compañero de desayuno o en tus planes de mañana,
donde has cambiado la cita del dentista para ver al Krasnodar al que
quieras batir en la primera fase de una competición que ganaste
cinco veces, pero que la sueñas como el segundo después del zurdazo
de Puerta. Lo estuvo en la conferencia de prensa de un Jefe malayo de
aviación para hablar de posibles atentados terroristas en aviones
que no encontró mejor forma de ilustrar una situación penosa. El
fútbol es la cosa mas importante entre las menos importantes, como
dijo Valdano, Menotti o Sacchi (que mas da). Esta mañana sigue usted
hablando del teatrillo montado en la Junta por los que mandan, del
descaro de quien mancilló un apellido, o del pregón sevillista de
Cadenas, Alejandro, socio de nuestra peña y que como tal merece
nuestro reconocimiento. Porque en Alejandro -como antes Carlos
Jiménez que también estuvo enorme, aunque tapado por la grandiosa
intervención de Ale, la mejor que se recuerda en años- está la
verdad de esto. Está la verdad de lo que significa tener sentimiento
y amor por unos colores desde que se nace hasta que se muere.
Alejandro y Carlos, Carlos y Alejandro, son ADN puro sevillista,
fieles de Nervión, de esos que nunca se rinden, cosa que bien saben
los que nos tuvieron enfrente y que pueden empezar a temer los que
nos tendrán enfrente. Así que nos van a permitir que desde esta
humilde peña roneemos un poquito de lo nuestro. Del discurso de
Alejandro, donde todos los que sentimos en sevillista nos sobrecogió
y nos pone los vellos de punta solo pensar el lío que formó.
Recuerdo
una vez que Paco González se preguntaba una cuestión tan simple
como maravillosa: “¿por qué el sevillista es tan sevillista?” .
Literal. A uno de los grandes periodistas de Madrid le llamaba la
atención las muestras de cariño que hacia unos colores tenemos los
que habitamos esta ciudad, una de las mas pobres del país, que no es
nada del otro mundo en cuanto a población, y que ni siquiera tiene
un equipo claramente predominante en lo social a diferencia de otras
importantes de España. Y lo es, Paco, por muestras de amor
indubitado como la de Alejandro, que pudiendo haberse hecho
millonario prefiere seguir soñando con seguir en su casa. Nuestra
casa, la de todos los sevillistas, la de nuestros mayores, que con
sangre, sudor y sevillismo construyeron un templo donde se viven
noches mágicas admiradas por el mundo futbolístico. Aquí. Donde
vivimos un jueves de feria inolvidable y obligamos con nuestro fútbol
a un directivo del Madrid a bajar al vestuario del árbitro. Aquí
donde Podestá marcó el gol en el sur o el Mami otro en el Norte que
nos llevó a donde nunca debimos abandonar. Aquí. Donde vimos
debutar a Reyes, la clase de Renato, los goles de Luisfa, la
presencia de Kanouté, la locura de Alves, la maestría de Ever o los
cojones de Caparrós. Aquí. Donde Alejandro, Carlos, tu corazón y
el mío quiere estar.
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